jueves, 26 de septiembre de 2013

Conociendo al Papa Bueno (Parte VI)


PAPA BUENO (Parte VI)

(Gentileza del Seminario Catequístico Arquidiocesano Juan XXIII)

Roma y el Pontificado…aire fresco para la Iglesia
Al servicio de Roma
                                  A los 15 años de su ordenación sacerdotal es llamado para un nuevo servicio en Roma y él lo describe así: «quince años después por un golpe inesperado, acogido por mí a simple título de obediencia que me fue, antes y después siempre amable y querida, convulsionando sobre mis pasos de ministerio sacerdotal y de apostolado ordinarionun trabajo de acercamiento de almas juveniles que sin embargo me parecía digno de cuidados atentos y fervorosos, me abrió el vasto campo de las Misiones católicas en todo el mundo(…) el Santo Padre Benedicto XV me había hecho llamar desde mi Bérgamo y Pío XI me consoló con su palabra y ejemplo en esta forma de apostolado nuevo». Se trataba de presidir la Congregación de la Obra de la Propagación de la Fe para Italia para encargarse de las misiones.
   Nuevamente Dios cambia sus planes y ampliaba el horizonte de su mirada. Luego fue visitar y delegado apostólico en Bulgaria, luego de ser ordenado obispo, cosa que nuevamente acepta por obediencia: «Yo no he buscado ni deseado este nuevo ministerio. Pero el Señor me ha elegido con señales tan evidentes de su voluntad que me ha hecho considerar culpa grave el oponerme. Él, pues, está obligado a cubrir mis miserias y a colmar mis deficiencias. Esto me conforta, me da tranquilidad y firmeza»
   Continúa su tarea y pasa a ser delegado apostólico en Turquía y Grecia y nuncio en Paris, teniendo una tarea de caridad incansable en tiempos de la segunda guerra.
La santidad personal en la vida pública
«Cuánto más voy madurando en años y experiencias, más me convenzo de que el camino más seguro para mi santificación personal y para el mejor resultado de mi servicio a la Santa Sede es siempre el esfuerzo vigilante por reducir todo al máximo de sencillez y calma…Mi temperamento inclinado a la condescendencia y a descubrir inmediatamente el lado bueno de las personas y las cosas, más que a la crítica y al juicio temerario… Cualquier forma de desconfianza o de trato descortés con alguien –sobre todo si se trata de pobres, débiles …- me procuran pena e íntimo sufrimiento. Callo pero me sangra el corazón».  Así nos da un semblante de su modo de ser que le valieron el título de “Papa Bueno”.
   Finalmente es nombrado Patriarca de Venecia hasta 1958 en que es elegido Papa. El tercer día del cónclave a la tarde es pronunciado su nombre como sucesor de Pío XII. La elección del nombre: Juan, no era casual sino que revelaban las dos preocupaciones que tenía el nuevo Pastor: la caridad fraterna como un valor básico de la existencia cristiana y la necesidad de una acción pastoral decidida en beneficio de todo el pueblo cristiano. Y con la misma calma y serenidad de siempre, el Papa Juan decide convocar al Concilio Ecuménico Vaticano II, un concilio pastoral que, en clave cristocéntrica, traería aires nuevos a toda la Iglesia. Aires que aún hoy debemos seguir respirando…
Reflexión:
                   Demos gracias al Señor por el don del Papa Bueno y su tarea en favor de la Iglesia, pueblo de Dios, del que todos somos parte.
 

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