domingo, 7 de julio de 2013

¿Por qué Mario Poli en Buenos Aires?


¿Por qué Mario Poli en Buenos Aires?
 
Carlos María Galli

Revista Vida Nueva (Cono Sur) 12 (2013) 40-41.

 
El primer nombramiento de Francisco cubrió su sede vacante. Conciente de su pequeñez, Mario Aurelio Poli dijo desconocer “los criterios por los que me ha elegido y todavía me lo estoy preguntando”. Tampoco conozco las razones pero la designación no me sorprendió. Aquí, sin responder la pregunta del título, intento leer algunos hechos.


El arzobispo de Buenos Aires marca un perfil en la Iglesia argentina. Pastorea una diócesis con tres millones de residentes y otros tres millones que están muchas horas de lunes a viernes. Es el metropolitano de la Provincia eclesiástica formada por las diócesis del conurbano, el octavo conglomerado urbano del mundo. Es la sede primada con jurisdicción en la Ciudad de Buenos Aires, asiento del gobierno del Estado Nacional.

Es el Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina y de su Facultad de Teología; preside la Comisión Episcopal para la UCA; modera el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano Bonaerense y el Tribunal Eclesiástico Nacional. Es el Ordinario para los fieles de algunas iglesias de rito oriental y, por ahora, responsable del Vicariato Castrense.

Si es creado cardenal debe tener solicitud por todas las iglesias y elegir al obispo de Roma. Será consultado para elegir nuevos obispos. Puede integrar los órganos ejecutivos de la Conferencia Episcopal Argentina. Gracias a Dios, Poli es un hombre de gran comunión. Un obispo con un estrecho sentido de Iglesia crearía un escenario diferente.

El desafío de ser un pastor misionero

Un buen pastor escucha, conoce, ama y sirve a su pueblo con los sentimientos de Jesucristo. El lema episcopal del nuevo arzobispo es una frase de la oración de Salomón: concédeme Señor un corazón que escuche. Poli puede escuchar las distintas voces de los presbíteros, consagrados y laicos. En sentido contrafáctico, un obispo que atendiera sólo la opinión de un pequeño grupo afín, de cuño conservador, podría crear una peligrosa polarización ideológica en el clero porteño y en el episcopado nacional.

Jesús, el Buen Pastor, enseña el modo de ser pastores con un corazón del servidor. El amor modela un estilo de vida cercano al pueblo, sencillo, cordial. Un pastor bonus es distinto a un mero vir ecclesiasticus. Todo obispo es un hombre de Iglesia pero, aquí, el adjetivo eclesiástico señala el perfil de quien ama el poder y vive haciendo carrera.

La elección de Poli cuestiona el carrerismo, patología clerical denunciada por Benedicto XVI. En 2012 percibí que varios carreristas vinculados a un sector de la Curia romana tenían un proyecto para la Iglesia mundial, nacional y porteña post-Benedicto. Hoy se preguntarán qué pasó en los últimos meses. Francisco dejó de lado la lógica del escalafón y llamó a un obispo de bajo perfil que estaba en Santa Rosa. Poli nunca hizo carrera, no actuó como un mediático, no se pavoneaba visitando dicasterios vaticanos.

Poli deberá escuchar las voces de la plural cultura porteña para ser el primer evangelizador de la diócesis. En 2010 me comentó que lograr ese estilo episcopal requiere cambiar costumbres y estructuras. En 2011, en su Carta En la espera de un nuevo Pentecostés para La Pampa decía: “Estoy convencido de que un estado de Misión permanente lo ordena todo en la vida pastoral: nos hace superar diferencias, pequeñeces y discusiones que no llevan a nada; por el contrario, la pasión por la obra evangelizadora de la Iglesia abre el camino y nos pone en tensión al Reino prometido”.

Poli invoca a María para que sea en el cielo de Buenos Aires “la estrella de la Evangelización siempre renovada” (EN 81). Tiene una profunda piedad a la Virgen de Luján y comparte con Francisco el afecto por Pablo VI, su Exhortación Evangelii nuntiandi y el Documento de Aparecida. Está siempre listo para evangelizar con alegría. Como buen scout está contento cuando sale el sol y también cuando llueve.

Porteño, argentino, latinoamericano

Tengo el ADN porteño, dijo Poli. En mi libro Dios vive en la ciudad escribí que Bergoglio era un arzobispo bien porteño. Poli es el primer arzobispo plenamente porteño tanto a nivel cultural como eclesial porque surgió de nuestro clero diocesano. Viene de una familia inmigrante del barrio de Versailles y tiene espíritu barrial. Conoce la historia urbana y diocesana con más de cuatro siglos. Siempre le gustó la tesis de James Scobie Buenos Aires: del centro a los barrios, que muestra el crecimiento de Buenos Aires.

Poli es nuestro primer arzobispo formado en el Seminario Metropolitano y la Facultad de Teología. Quiere entrañablemente a las dos instituciones de Villa Devoto. Durante veintidós años fue formador en el Seminario y un cuarto de siglo enseñó en la Facultad. Es sacerdote desde 1978, conoce a todos los presbíteros diocesanos, sabe que tiene un clero compañero. Con todos deberá repensar el perfil del pastor porteño.

De 2002 a 2008 fue obispo auxiliar y vicario zonal en Flores. Su licenciatura en Servicio Social en la UBA testimonia su amor a los pobres, convalidada por su vida austera. En 2003 celebró sus bodas de plata sacerdotales en una capilla del Bajo Flores.

Poli ama los santuarios. Frecuentaba San Pantaleón y La Medalla Milagrosa. Su vida está asociada a San Cayetano de Liniers. Allí inició el Servicio Social; su párroco, el Padre Ángel Sallaberremborde, lo presentó al Seminario; recién ordenado fue vicario dos años y luego volvía a celebrar y confesar. Desde chico expresó el cristianismo popular católico y mariano. En 1974, antes de la peregrinación juvenil, nos guió a varios seminaristas en el camino a Luján con la Sociedad de Peregrinos a pie.

Poli se identifica con la teología sistemática, histórica y pastoral de Villa Devoto. Siendo seminarista compartió dos años con Lucio Gera en la parroquia Encarnación del Señor. Integró el Departamento de Historia de la Iglesia de la Facultad de Teología especializado en América Latina. En 1984 obtuvo el primer postgrado estudiando La organización espiritual de las misiones guaraníes en las relaciones de José Cardiel SJ. En 1997 aprobó, con la nota máxima, su tesis Teología y Misión en ‘De Procuranda Indorum Salute’ (1588) de José de Acosta SJ. Un método de evangelización para los indios del Perú en el siglo XVI. Su devoción a Santa Rosa de Lima y Santo Toribio de Mogrovejo manifiesta su pertenencia espiritual y afectiva a la Iglesia latinoamericana.

 
Muchos imaginaron candidatos para Buenos Aires sin considerar sus títulos teológicos. Poli es doctor en teología. Su conocimiento de la historia argentina le ayudará a promover una cultura del encuentro y un diálogo respetuoso con la sociedad y el Estado.

El estudio de los Padres de la Iglesia y la identificación con el Concilio Vaticano II expresan su síntesis personal. Juan XXIII, al inaugurar el Concilio, dijo: “apenas estamos en la aurora y ya los primeros rayos del sol entibian nuestros corazones”. Éste es un desafío para Poli: apenas es la aurora conciliar y hay que caminar hasta el mediodía.

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